Una ciudad brasileña se convirtió en pionera al aprobar una ley relacionada con los medidores de agua.
Lo sorprendente de esta historia es que la ley no fue redactada por un grupo de legisladores durante largas sesiones de debate, sino que fue obra de ChatGPT.
El protagonista fue el concejal Ramiro Rosário, un entusiasta de la tecnología, decidió abordar un problema que afectaba a sus electores: el costoso reemplazo de medidores de agua robados.
En junio, Ramiro decidió utilizar ChatGPT y asignar una tarea que debía asumir: «Crear una ley municipal para la ciudad de Porto Alegre que prohíba al Departamento Municipal de Agua y Alcantarillado cobrar a los propietarios por la reposición de medidores de agua robados«.
Este simple prompt resultó más que suficiente para redactar la proposición de ley.
Lo más asombroso es que ChatGPT no solo generó la ley
El modelo también aportó nuevas ideas que no habían sido planteadas por Ramiro. Propuso un plazo de 30 días para reemplazar los medidores robados y, en caso de incumplimiento, eximir a los propietarios de pagar sus facturas de agua. Rosário quedó impresionado por la eficiencia de la inteligencia artificial.
Después de algunas revisiones, la ley fue aprobada por el concejo municipal de Porto Alegre en octubre y recibió la aprobación final del alcalde.
Pero ahora viene la parte interesante de la historia
Ramiro mantuvo en secreto que la ley había sido escrita por un chatbot, ya que temía que algunos colegas fueran escépticos sobre el uso de la inteligencia artificial en la toma de decisiones políticas.
Así lo publicó en su red social X y que se hizo eco el Washington Post contando esta historia de IA, leyes y tecnología.
Se abre un debate sobre el papel de la IA en la sociedad
El concejal argumenta que la IA puede ser una herramienta valiosa para mejorar el servicio público y ayudar a los legisladores a analizar propuestas de políticas de manera más efectiva.
En todo caso, debemos tener en cuenta que modelos como ChatGPT pueden ser aliados en la creación de leyes eficaces y que aporten nuevas perspectivas, siempre que los utilicemos en beneficio de la sociedad.
¿Estamos avanzando hacia un futuro donde la automatización reemplazará a los humanos en la toma de decisiones políticas?
La respuesta la seguimos teniendo nosotros y siempre debería ser así, o al menos hasta que nosotros decidamos lo contrario.
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